Quieren un sitio en el 'cielo' de la crisis de los ingresos móviles, han demostrado que tienen cabida, que pueden arañar clientes y encarnar el estandarte de las low cost, pero también que eso no es todo para bracear en un mar en el que una veintena de OMV se pelean por menos de un 2,3% del mercado. El miedo a la 'sobrepoblación' mantiene en el congelador a una docena de operadoras 'nasciturus' y le estrecha el oxígeno de los ingresos por clientes a la veintena de las que ya hace más de dos años que han visto la luz. La portabilidad, la suma de clientes a golpe de 'chutners' y el 2,2% del mercado que no lleva el sello de Yoigo tienen los apellidos contados, tanto que sólo entre cinco operadoras móviles virtuales se reparten el 86% de las 1.150.000 líneas activas.
La guerra de precios, el techo de las cuatro operadoras que son sus proveedores y la orfandad de redes les echan en brazos de nuevos tratamientos de choque para llegar más allá de las migajas: la carrera de precios -que no de velocidades- por el internet para llevar, las velocidades de subida y las tierras al otro lado de la línea roja- como la de Skype- que ni Orange, ni Vodafone ni Movistar han querido saltar. Todo con tal de conjurar la maldición de Doppelhammer, el consejero delegado de Simyo, que vaticina que alguna desaparecerá. Más de una ha dejado de confiar en Doppelhammer y confían en los augurios de Pedro Serrahima, el presidente de Pepephone, que descuenta que 'cuantas más OMV mejor'.